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Las verdades de Juan Pablo II

La peor prisión es un corazón cerrado.

En realidad, todas las cosas, todos los acontecimientos, para quien sabe leerlos con profundidad, encierran un mensaje que, en definitiva, remite a Dios.

La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.

Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz verdadera. No hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad , verdad, justicia, y solidaridad.

La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas.

Por eso América: si quieres la paz, trabaja por la justicia. Si quieres la justicia defiende la vida. Si quieres la vida, abraza la verdad, la verdad revelada por Dios.

La familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida.

Si nos alejamos de Dios, ¿quién nos garantiza que un día un poder humano no reivindique de nuevo el derecho a decidir qué vida humana vale y cuál no vale?

Pronunciando las palabras del Padrenuestro, Jesús creó un modelo de oración concreto y al mismo tiempo universal. De hecho, todo lo que se puede y se debe decir al Padre, está encerrado en las siete peticiones que todos sabemos de memoria. Hay en ellas, una sencillez tal, que hasta un niño las aprende, pero al mismo una profundidad tal, que se puede pasar una vida entera en meditar su sentido.

La espiral de la violencia sólo la frena el milagro del perdón.

La guerra es siempre una derrota de la humanidad.

Cuando el cristianismo se convierte en instrumento del nacionalismo, queda herido en su corazón y se convierte en estéril.

La democracia necesita de la virtud, si no quiere ir contra todo lo que pretende defender y estimular.

Los medios de comunicación han acostumbrado a ciertos sectores sociales a escuchar lo que «halaga los oídos».

El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad.
La verdad y la solidaridad son dos elementos claves que permiten a los profesionales de los medios de comunicación convertirse en promotores de la paz.

Los padres deberían hacer crecer a sus hijos en un estilo de vida sencillo y austero, enseñándoles que el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene.

No se construye una sociedad justa sobre las injusticia. No se construye una sociedad que merezca el título de humana, dejando de respetar al otro, y peor todavía, negándole a los seres las libertades más fundamentales.

El trabajo más importante no es el de la transformación del mundo, sino el de la transformación de nosotros mismos.


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