No sólo el cabello de Laura Di
Marco luce como el de una veinteañera sino que también predomina en ella la
impronta de una adolescente que sale de shopping. Tiene la risa despreocupada y
el hablar seguro; bajo un flequillo manso asoma una mirada amena y confiable.
Pero es la mujer que puso en tela de juicio el indiscutible “aparato” de la
Cámpora, la organización kirchnerista que, a paso ligero, amenaza con
apropiarse del manejo de las principales empresas estatales. Antes de que su
libro saliera en circulación se dice que los medios oficialistas habían
recibido la ucase de evitar toda mención en torno al mismo; cero prensa, pues.
Laura Di Marco es periodista del
matutino porteño “La Nación” y su nombre obtuvo relieve internacional con la
publicación de “La Cámpora – La historia secreta de los herederos de Néstor y
Cristina Kirchner”. El mezquino intento de opacar el trabajo de Di Marco fue
descubierto a tiempo (una cadena de mails contenía la directiva de no mencionar
el libro en los medios oficialistas) y el escrache redundó en la mejor prensa
imaginable. El tiro les terminó saliendo por la culata, y hoy el libro es un
material de consulta insoslayable toda vez que se pretenda investigar en torno
a “las mil flores florecidas” [1] que, según la autora, han cobrado sueldos de
hasta 30 mil pesos y cuyos manejos han sido lapidarios para las arcas del
Estado.
Pero yo no me dirigí hasta Laura
Di Marco para informarme sobre su libro (cuya lectura, por supuesto, resulta
más ilustrativa que todas las preguntas que pueda realizarle, además de que
ella misma ya ha concedido decenas de entrevistas por el estilo). Me acerqué
a la autora de “La Cámpora” porque quise saber cómo piensa ella y – lo más
interesante – hasta dónde se anima a decir lo que piensa. Fui a buscar
coincidencias como así también diferencias, por supuesto que siempre confiado
en el rigor profesional de su atenta mirada periodística.
Di Marco es periodista del diario
“La Nación” que, junto con “Clarín”, son los de mayor alcance nacional. Siempre he recelado de la excesiva “cintura política” de la
prensa grande de nuestro país; es decir, ese “decoro” persistente en lo que
respecta a tocar temas difíciles que vayan a ser entendidos como políticamente
incorrectos.
Laura Di
Marco, en mucho, recrea la línea sutil y muy educada de “La Nación”, sin duda
alguna, el periódico mejor escrito y con la editorial – a veces – más jugada entre los grandes medios. Pero lo
“jugado” muchas veces no es lo más certero o lo más exhaustivo, mucho menos en
lo que respecta a cuestiones de sensible coyuntura política. Quizás
acostumbrada a preguntas de rigor, Di Marco detalló la “enternecedora” relación
entre los militantes “K” con la figura del ex presidente Héctor Cámpora.
- ¿Qué cosas considerarías
necesarias recordarles, respecto del ex presidente Cámpora – de donde
obtiene el nombre – a los jóvenes que hoy integran la organización?, le
pregunté, a secas.
A lo cual respondió: “Hay dos motivos por el cual usaron el
nombre de Cámpora para llamar a su organización. Primero por la lealtad, ya que
más allá de que Cámpora era un conservador, era ‘el tío’ que bancó a los Montoneros.
Ellos lo reivindican porque creen que fue un hombre olvidado, que fue muy leal
con Perón. Muchos padres de integrantes
de la Cámpora fueron militantes montoneros, de ahí que haya un “feeling”
particular. En otro orden, cosa que pocos saben, (el ex militante montonero y
diputado de Proyecto Sur, Miguel) Bonasso, cuando nace el Grupo Calafate –
embrión del kirchnerismo –, va a cubrir ese evento, tanto como periodista como
setentista. Y Miguel Bonasso es autor de ‘El presidente que no fue’, una biografía
de Cámpora”. En fin, según Di Marco, Máximo Kirchner – que contaba con 21
años – se interesó con los encendidos relatos de Bonasso en torno a Cámpora, de
tal suerte que así llamaría a la organización que luego encabezaría.
Sin faltar a la verdad y ciertamente
con precisión, la relación de Di Marco no obstante prescinde – según mi propia
óptica – del nivel de detalle esperado. De ahí que con mi siguiente pregunta
haya tenido yo que ir directamente al grano, es decir, a lo que a mí me
interesaba (que, como ya dije, es conocer la forma de pensar de mi
entrevistada).
- ¿Qué opinión te merece la anulación de la Cámara Penal en lo
Federal por parte de Héctor Cámpora?, le pregunté.
A lo cual, la periodista de “La
Nación”, respondió de una forma bien ilustrativa:
- ¿Al respecto de la
liberación de los “presos políticos”?.
- ¿“Presos políticos” los
llama usted? Me parece que llamarlos así es un cumplido -, retruqué algo
sorprendido, ya que considero que se trataba de 2 mil terroristas
juzgados y condenados por la Cámara Federal en lo Penal, único organismo
jurisprudencial con competencia para juzgar actos de terrorismo.
Mi entrevistada no hallaría
inconvenientes, sin embargo, en desenvolverse de inmediato:
- Bueno, había de todo,
¿no? Bueno… había, había criminales, había presos políticos. Había de todo. Yo
soy enemiga de la generalización.
Yo me pregunto: ¿acaso no es una más que complaciente generalización mencionar a todo el conjunto de reos como a "presos políticos"? Decir que los 2 mil terroristas que liberó Cámpora eran "presos políticos" equivale, sencillamente, a santificarlos. Los muchachos de La Cámpora - setentistas en el discurso - aprobarían alegremente a la periodista Di Marco.
En definitiva, Laura Di Marco es
una periodista muy profesional. Pero lamentablemente vivimos en un país donde
el periodismo profesional se cuida temerosamente de dos cosas: primero, de
no llamar a las cosas por su nombre (terroristas a los terroristas, por caso); y
segundo, de no zaherir demasiado la conciencia de los actores políticos – que
incluso denunciamos. Yo resumiría en la siguiente consigna: “te pego hasta
donde me dejes”. Hubo un momento de la entrevista en que se
generó una suave discusión cuando yo le apunté, según lo que podía deducir de
sus mismas palabras, que los “manejos” de la Cámpora eran “fraudulentos”.
- ¿Fraudulentos… por
qué? -, objetó. - Sí, puede ser… si le llamás fraudulento a que
están cerca de presupuestos muy abultados, sin control. Poco transparentes yo
diría, para ser exactos. Hasta que la justicia no lo pruebe, es poco
transparente. Es raro. Es oscuro, podemos decir... ¡Vos sos muy duro! ¿Anticamporista…?
Todavía la justicia no dijo que cometieron un delito, por eso no uso yo “fraudulento”. Sí podría usarlo con Boudou, que tiene una imputación por enriquecimiento
ilícito; pero con la Cámpora todavía no sucedió.
Al final de la entrevista, sin embargo, Di Marco dice que "La Cámpora se emparenta con los noventa por la corrupción". Tampoco la justicia se ha expedido aún a este respecto, y ello no le impide vertir tamaña acusación. En fin, si vamos a esperar a que jueces
como Zafaroni u Oyarbide nos concedan el uso del vocablo, posiblemente vayamos a
aplicar “fraudulento” el día que todo el mundo hable esperanto.
Vivimos
en un país donde el periodismo tiene la obligación de no ir al mismo ritmo de
la justicia, y por la sencilla razón de que esta última no tiene ritmo. Es decir,
el ritmo se lo impone el poder de turno, y es este mismo quien decide, al final,
qué está bien y qué está mal, quién va preso y quién queda libre. Desde ya, el
trabajo y la dedicación de Laura Di Marco en “La Cámpora” es admirable
(insoslayable para todo aquel que quiera conocer e investigar), aunque – a juzgar
por las palabras de la autora – yo lo suscribiría como eminentemente susceptible
de recibir añadiduras, observaciones.
En conclusión, Laura Di Marco
(fiel reflejo de la línea editorial de “La Nación”), se ha tomado la doble responsabilidad
de “informar” sobre un hecho como asimismo de “mediar” entre la sociedad y los
actores políticos. La consigna es loable, por supuesto, pero acarrea el doble
riesgo de informar hasta cierto punto, como asimismo de mediar insuficientemente
(si bien la gente tiene mayor noción sobre La Cámpora, la misma persiste
esquiva de explicaciones valederas al respecto de los grandes cuestionamientos
que le pesan. Como bien ha dicho Di Marco, a Máximo Kirchner, por caso, aún no
se le conoce la voz).
Muchas veces "mediar" e "informar", en un mismo propósito, se contrarrestan entre sí. Es el problema por el que actualmente atraviezan Clarín, La Nación y la mayoría de los grandes medios de este país.
Muchas veces "mediar" e "informar", en un mismo propósito, se contrarrestan entre sí. Es el problema por el que actualmente atraviezan Clarín, La Nación y la mayoría de los grandes medios de este país.
Para finalizar, le pregunté:
- "La Cámpora", ¿es un libro que duele o que lastima?
Quien en un principio me dijo que su libro era un "libro de grises", completó con clase:
- Mi libro les dolió. Pero definitivamente mi libro les dolió porque viene del progresismo. No pueden decir que el libro es "facho". Ellos dicen que su organización es progresista, y yo les digo que en realidad no lo son. Han asumido una identidad falsa, que tiene mucho más de continuidad con los noventa que de ruptura, como ser en lo que respecta a la corrupción.
Los invito a que vean la siguiente entrevista:
[1] Néstor Kirchner había sabido referir, al respecto de los jóvenes de la Cámpora, la famosa frase del lider comunista chino Mao Zedong: "qué florezcan mil flores".
Nota relacionada:
3 comentarios:
Laura Di Marco = Periodismo Berreta. Ella Responde a su mejor Postor. En este caso, Clarin. Por lo tanto, NO ME SIRVE.
La redacción del libro es amena y muy ilustrativa.
Sin lugar a dudas será un material de consulta por la seriedad de la investigación.
También será un punto de partida para estos niños mafiosos devenidos en directores corruptos. Seguramente deberán empezar a estudiar algo para matar el tiempo
Felicitaciones Laura
Estoy esperando el libro que ilumine a personajes centrales y estratégicos pero periféricos del gobierno de Macri -lo que son, lo que expresan, lo que tienen y lo que esconden-, si es posible de autor/a que haya ganado figuración por escribir libros para el patrón sin que el patrón los pida. ¿Será posible? Armando Vidal
Publicar un comentario