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¿Qué es la democracia?

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"Muchas personas creen que piensan cuando en realidad sólo están reordenando sus prejuicios". 
W. James

A TODO EL mundo nos han machacado alguna vez con que (“los griegos decían”) “la democracia es el gobierno del pueblo”. Y yo la verdad que estoy entre echar por tierra lo dicho, o bien, reivindicarlo ya no como a una tierna verdad de los manuales escolares sino como a un designio universal. Si con más de dos mil años de existencia una definición sigue vigente se debe a dos cosas: 1 – o la planteó Jesucristo, Nuestro Señor; 2 – o es que somos tan vagos que ni nos hemos propuesto, al menos, desempolvar un poco la cosa. Y que yo sepa… eeemmmhhh… Jesucristo no estaba muy metido en política que digamos.
     Pues bien… ya no puedo contenerlo más, necesito decirlo y librarme al fin de lo que me está asfixiando: la definición actual de democracia (la misma de siempre) roza lo indiscutible y condenablemente antidemocrático. Hoy en vez de democracia sería más exacto hablar de “desmocracia”.
     Ya está… ya lo dije. Ya me siento mejor, es verdad.
     Bien. Continuemos.
     La definición de democracia, a lo largo del tiempo, ha sido empleada no tanto en virtud de su elasticidad como a favor de nuestro contexto o bien – lo que es peor – de nuestras conveniencias. Los mismos que dieron origen a esta palabra – los “mentados” griegos – fueron bien exhaustivos a la hora de explotar los alcances de la misma; será preciso considerar, pues, que en la antigua Grecia los pobres no tenían voz y voto, se abusaba de la esclavitud en grado extremo y la mujer, por su parte, era tenida lo mismo que un perro. Y sin embargo, a ellos les debemos nuestra concepción de democracia.

La democracia en estado de extinción

     Como siempre sucede, entonces, la intempestiva acción del hombre ha erosionado significativamente el concepto de democracia. Hablamos de democracia, nos escudamos con que se trata del “gobierno del pueblo” y de que se resume en “la libertad para elegir”, pero salteamos desastrosamente los infinitos valores que deberían fundamentar el sistema o el tipo de gobierno al que remitimos.
     Las democracias occidentales ya vienen devaluadas de fábrica, puesto que técnicamente se trata de “democracias parlamentarias”, “representativas” o “indirectas”, es decir, de gobiernos ya “no del pueblo” sino de “los elegidos por el pueblo”. Aquí mismo ya se evidencia un desgaste: el simple hecho de delegar nuestras responsabilidades a los representantes. En la escuela nunca nos hablaron de esa palabrita hermosa que equivale a las columnas que erigen al mítico Partenón de la democracia: la “responsabilidad”.
     Debemos, pues, dejar de pensar en la democracia como una forma de gobierno (delegarle la responsabilidad democrática a los gobernantes) y ya asumirla de una buena vez como un propio estilo de vida. Llegó la hora de internalizar el concepto. Seamos, pues, democráticos. Gran falacia toda nación que se instituya como democrática en tanto no lo sean sus personas e instituciones.

Democracia y responsabilidad democrática

     La democracia se distingue por el alto nivel de exigencia ciudadana. Equivalente al joven que se va de la casa paterna porque ha decidido vivir solo, y mantenerse solo, y relacionarse solo. Las actuales democracias occidentales, no obstante, son equivalentes – siguiendo el ejemplo – al joven que se va a vivir solo pero cuyos padres siguen manteniéndolo a la distancia. Son democracias de nombre nada más, ya que en su fondo impera un completo nivel de dependencia. No hay gobierno, sino tutela; no hay expectativa, sino paciencia.
     Asumir la responsabilidad como valor fundamental sería la forma más eficiente de subsanar ese desgaste propio de la representatividad. Por su parte, la responsabilidad, bien asumida, nos predispone con ánimos de progresión social, es decir, ejercita nuestra capacidad de respuesta para afrontar desafíos cada vez más ambiciosos. Un país donde la gente carezca de deseos de superación podrá ser lo que sea, pero no será jamás una democracia.
     Así como ha sido exitoso que en las escuelas se entone algún himno patrio cada vez que se iza la bandera en pos de afirmar la nacionalidad, resultaría magnífico que a los niños se les inculque también el valor de la responsabilidad, pero no como una mochila de culpa sino como una herramienta mágica para construir el futuro. La palabra responsabilidad no debe figurársenos de rebote cada vez que alguien comete una irresponsabilidad o travesura; debe resplandecer cada vez que alguien tiene un sueño. Asociemos lo bueno a lo bueno. ¡Es la clave!

Adiós a las reliquias griegas

     Naturalmente, el cambio estructural se producirá de manera inmediata. De ahí que las más inexorables afirmaciones de siempre irán a parar al catálogo de los mitos y antigüedades. El dicho de que “la democracia es el gobierno del pueblo” vendrá acompañado por el resabio de ocre en nuestros paladares. Más exacto, moderno y eficiente será asumir, sin mayor revuelo, que “la democracia es mi forma de ser”.
     Otro gran mito al que le espera la aclaración “A. en D.” (“Actualmente en Desuso”) es cual reza que “la democracia es la libertad para elegir”. En un futuro no lejano nos preguntaremos si había una diferencia substancial entre la cultura actual y la que antecede a la invención del fuego o de la rueda, además de que observaremos con viva ternura ese primitivismo léxico que caracteriza nuestra forma de hablar. ¡Qué empeñosa y ridícula manera de conceptuar! “El color blanco es blanco para que sea blanco”.
     Tanta rabia reivindicadora no es más que el reflejo de nuestras dudas. Pues bien, valga esta aclaración: la democracia NO ES la libertad para elegir. LA DEMOCRACIA ES LA FACULTAD DE ASUMIR RESPONSABILIDADES Y ACEPTAR LÍMITES. ¿Qué clase de libertad ha tenido el que eligió mal? ¿Democracia es libertad para elegir mal? ¡Válgame Dios…! ¿Cuán libre ha sido el que eligió la droga, el alcoholismo, el delito… los despertadores chinos, los Enanitos Verdes, el Windows Vista? ¿Cuán libre ha sido el que eligió a Menem, a De la Rúa, a Kirchner? Quédense los inveterados con esa docta libertad, que yo más bien prefiero saber de qué se trata lo que elijo.
     Democracia no es estructura, ni tampoco “desestructura”. Democracia es re-estructura. Porque democracia es cambio, innovación, superación. Democracia es todas esas cosas que sentimos cuando nos sentimos bien, cuando nos sabemos capaces, cuando despertamos con ganas de cambiar el mundo y amar al prójimo. Democracia es guiñarle un ojo a esos griegos chancletudos y tenderle la mano al que nos exija nuevos paradigmas de entendimiento. Democracia es futuro, mirar el mañana a sabiendas del lugar que nos espera.
     Los límites, ¡obviamente!, dejarán de ser aquello que nos muestre hasta dónde podemos llegar y pasará a ser aquello nos indique por dónde llegar. Porque, por si fuera poco, democracia es vivir al límite, al límite de nuestras capacidades, siempre recelosos de poder un poco más, de ser mejores todavía. Democracia es valentía, coraje y autosuficiencia; al igual que la Fe, es la luz de nuestros ojos despejando las tinieblas.
     ¡Ya basta de vetustas frases célebres que no exigen otra facultad nuestra que la de repetir sumisamente! ¡Qué somos! ¿Hombres o ratas? ¿Qué queremos para nuestras vidas, el vértigo de lo nuevo o la penumbra de la rutina? ¡No se discute más! Que los gobiernos escojan otra palabrita de rigor, que ya democráticas somos las personas. Llegó la hora construir nuestro estilo de vida y pasar por alto el supuesto estilo de vida que datan los manuales y las revistas; con seguridad nos llevaremos más de una sorpresa. No seré yo el primero en decir que no es lo mismo conocer el camino, que recorrerlo.
    ¡Adelante!

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50 años de prejuicios comunistas

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El dictador cubano Fidel Castro ya no usa ADIDAS. Ahora usa FILA (así se lo vio en el VI Congreso del Partido Comunista). ¿Acaso nunca nadie le habló sobre la gran paradoja que significa que precisamente él ostente marcas que son el sello mejor logrado de la más "rabiosa" vida capitalista? Me pregunto si le será posible al cubano común y corriente acceder a dichas marcas... (a no ser que sean apócrifas, como las que se usan por acá).
     Fidel Castro, en el VI Congreso del Partido Comunista, traspasó la "suma de sus poderes" a su hermano Raúl (queda todo en familia, ¿no?), y este mismo anunció algunos cambios insignificantes en la estructura del "Partido". Una muchedumbre oficio con aplausos, loas y demás genuflexiones comunistas.
     Entre los temas importantes a tratarse en el "Congreso Nacional", destaco los siguentes:

- Políticas de cuadros en el partido con promoción de mujeres, negros y mestizos (ah, la pucha... sin contar las mujeres, entre negros y mestizos son casi el 40 % de la población; medio tarde para acordarse).
- Dejar atrás prejuicios hacia sectores no estatales de la economía (esto parece bueno. Lo malo es que se trata de una dictadura-tiranía que estuvo en el poder más de 50 años por gracia y efecto de los mentados prejuicios).
- Fortalecimiento de la "democracia" interna (perdón... pero... estemmmhhh... ¿qué democracia?).


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Retrato de un muchacho que se llamaba Sigfrido

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Los invito a que lean una de las poesías más maravillosas que el ingenio humano ha sido capaz de concebir, sin exagerar. No olvidar que fueron los mismos poetas los primeros en comenzar a contar la historia del hombre. En ese sentido, la poesía que subyase - de la incomparable Alfonsina Storni - es poderosamente superior a tanto esfuerzo al respecto por resumir la esencia nacional argentina. Ni raza, ni credo, ni política, ni estrato... ¡Simplemente poesía!
      Una amiga de mi querido pueblo, hace tiempo, me leyó estos versos maravillosos, profundamente emocionada.
      El tiempo pasó, mas vaya uno a saber por qué, la poesía quedó en mí. He buscado esta poesía por cielo y por mar sin saber siquiera su título, hasta que al fin pude hallarla (hace poco). Considerando que en internet no se subscriben estos versos y que quizás yo no sea el único que los busque, los pongo a disposición de todo aquel que, como yo, los requiera para el menudo y grandioso procedimiento de conocerse así mismo.



Retrato de un muchacho que se llamaba Sigfrido


Tu nombre suena

como los cuernos de caza

despertando las selvas vírgenes.



Y tu nariz aleteante,

triángulo de cera vibrátil,

es la avanzada

de tu beso joven.



Tu piel morena

rezuma

cantos bárbaros.



Pero tu mirada de aguilucho,

abridora simultánea

de siete caminos,

es latina. 


Y tu voz,

untada de la humedad del Plata,

ya es criolla.



Te curva las arterias

el agua del Rhin.

El tango

te desarticula

la voluntad.



Y el charlestón

te esculpe

el cuerpo.



Tus manos,

heridas de intrincados caminos,

son la historia

de una raza

de amadores.



En tu labio

de sangre huyente

el grito de las walkirias

se estremece todavía.



Tu cuello es un pedúnculo

quebrado por tus sueños.



De tu pequeña cabeza

fina

emergen ciudades heroicas.



No he visto tu corazón:

debe abrirse

en largos pétalos

grises.

He visto tu alma:

lágrima

ensanchada en mar azul:

al evaporarse

el infinito se puebla

de lentas colinas malva.



Tus piernas

no son las columnas

del canto salomónico:

suavemente se arquean

bajo la cadena de hombres

que te precedió.



                                                       Tienes un deseo: morir.

                                                                        Y una esperanza: no morir.



ALFONSINA STORNI


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Cuestionan programa de Instrucción Militar a niños

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Lamento herir susceptibilidades.

A mí no me parece mal que a los chicos les den instrucción militar, para nada (al contrario). Si tuviera un hijo, prefiero mil veces eso antes que plantarlo enfrente del televisor para que Tinelli le lave la cabeza o Cris Morena me lo prostituya.

Desearía vivir en un país donde no haya padres tan desenfadamente imbéciles que no vigilen qué hacen sus hijos y qué porquería miran por televisión.

Del senador radical que cuestiona el programa de "minipolicías" lo único que no me sorprende es que sea radical.

Ojalá los actuales policías hubieran sido educados con un programa así cuando niños (Dios mío... ¡es tan simple!)


¿Cuál es la diferencia entre "dictadura" y "tiranía"?

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TIRANÍA Y DICTADURA son sinónimas. Pero como bien se ha dicho alguna vez, por más parecidos que sean dos vocablos en su significación, siempre habrá un fino contraste que distinga una cosa de otra. En su rigor técnico, “tiranía” – por ejemplo – siempre ha de constar un mismo significado; no obstante, el contexto en que se aplique o valore el término determinará la dimensión subjetiva del mismo, que es – en definitiva – la que en verdad importa. De esta suerte que yo pueda decir que si bien hoy “tiranía”, más allá de su acepción inmediata, connota con cuestiones completamente negativas, mucho tiempo atrás, en la misma Grecia en que se originó la palabra (por más difuso que sea su origen etimológico), implicó plenas valoraciones positivas. Más claro: en la misma Grecia el “tirano” era bien visto.
     Podríamos decir que la labor abusiva del tirano fue la responsable de “ensuciar” al término en sí y, por ende, de endilgarle las connotaciones que hoy son su esencia semántica. Aristóteles llegó a señalar: “El tirano sale del pueblo y de la masa contra los notables, para que el pueblo no sufra ninguna injusticia por parte de aquellos. Se ve claro por los hechos: casi la mayoría de los tiranos, por así decir, han surgido de demagogos que se han ganado la confianza calumniando a los notables”.
     Por lo general, entonces, una tiranía resume en una forma de gobierno substancialmente erigida en la demagogia y el populismo, es decir, de ese esfuerzo deliberado por demonizar a unos y santificar o victimizar a otros. Es de especial relevancia considerar que una tiranía, las más de las veces, cuenta con el apoyo de la masa popular e incluso esta misma la institucionaliza mediante el voto y demás concesiones por el estilo.
     Una dictadura, en cambio, de ninguna forma ha sido advenida del voto popular. No obstante, en la medida en que el dictador se mantenga en el poder, incluso en base a concesiones “democráticas” (gracias a referéndums, verbigracia, Pinochet fue presidente durante 17 años) notamos la conversión del dictador en tirano. La etimología del término “dictadura” es de más asequible apreciación, por lo que vemos su origen en Roma y no en Grecia. Se trataría de un “gobierno extraordinario”, instituido por el derecho romano, conferido por los representantes del pueblo (que no por el voto del mismo) a una persona en particular. Tiempos de convulsión, períodos de guerra, hambrunas, desorganización, corrupción, ingobernabilidad y otros tantos flagelos auspician naturalmente la llegada inminente y salvadora del “dictador”.
     Las dictaduras latinoamericanas que tuvieron lugar durante la segunda mitad del siglo pasado ilustran a las claras las razones intestinas que las ciñeron en el poder. Más allá de las diversas teorías “conspirativas” que enuncian a los Estados Unidos como promotor exclusivo de las mismas (específicamente documentado sólo en Chile), harto sabido es que los países en cuestión eran epicentros de distintos focos subversivos y terroristas promovidos y solventados comprobadamente tanto por URSS como por Cuba. Ante el deliberado intento desestabilizador de facciones subversivas, los golpes militares se sucedieron uno tras otro (con fuerte respaldo “tácito” de la ciudadanía, entre entidades políticas y sociales) llevados de la irrefrenable misión de interrumpir el avasallamiento marxista en la región. Se trató de dictaduras comisionadas para impedir el establecimiento de otras dictaduras, las que se ideaban desde Cuba precisamente.
     Son muchas y discutibles las formas de dictaduras que existen o existieron, mas como rasgo distintivo de todas ellas podemos enunciar que irrumpen sin la medianía del sufragio (en tiempos de violencia y convulsión pensar en ello sería infantil; de hecho lo ha sido), tienen por objeto el aplacamiento del enemigo invasor, el restablecimiento del orden y la seguridad públicos, no alientan – por lo general – ningún discurso populista y en el más honesto de los casos abdican apenas cumplida la misión original. En mi opinión personal (en el caso singular de Argentina), estimo que si el General Jorge Rafael Videla, luego de exterminar a los ejércitos terroristas en el año 79 (cumpliendo con el dictado constitucional emanado durante el gobierno legítimo de Isabel Perón), hubiera llamado a elecciones y así restaurado por gracia de su esfuerzo el ritmo democrático libre de amenazas foráneas, no me cabe la menor duda de que hoy su recuerdo estaría a la altura del General San Martín, estadios de fútbol llevarían su nombre, no habría ningún pueblo sin alguna plaza que no llevara su busto y la leyenda de su heroicidad serviría para enseñar a los niños en las escuelas sobre patriotismo, lucha y sacrificio.
     Pero las dictaduras, justamente a falta del oxígeno que sólo provee una sincera vida democrática, también degeneran, y muchas veces, degeneran nada menos que en tiranías. A fin de ahorrar delicadísimas deducciones, podemos afirmar que una dictadura degenera en tiranía por las mismas razones por las que lo hace un gobierno constitucional o erigido por el voto popular: la eternización en el poder de una facción política (un militar deviene en político lo mismo que un dictador degenera en tirano).

Los casos muy ilustrativos de Cuba y Venezuela

     Las tiranías son, pues, ingenuas. Lo son en el sentido de que sorprendentemente están signadas a repetir (al pie de la letra) el mismo desarrollo de siempre. Cualquier comportamiento tirano es un síntoma inexorable de que un país va camino a la tiranía. El presidente venezolano Hugo Chávez es, pues, el ejemplo más ilustrativo de tirano; su fallido golpe militar, su ascenso al poder, su eternización en el mismo, la supresión sistemática de las libertades individuales, la militarización estratosférica de la república como así mismo de gran parte de la ciudadanía, su payasezca grandilocuencia, la demonización del resto del mundo e incluso sus miras imperialistas… son (hasta en orden cronológico) calcadas del nazismo.
     Venezuela es, pues, una tiranía en la más plena acepción de la palabra, mas no una dictadura (por ahora). ¿Cuándo se completará la metamorfosis? ¡Claramente! Cuando a los venezolanos les sea suprimida la posibilidad de sufragar. Hete aquí, sin embargo, que no estaremos frente de una dictadura “advenida” de la convulsión y violencia social, sino “devenida” del pobre entramado institucional que hoy permite la reelección indefinida de Chávez y los constantes atropellos a la propiedad privada. No será Venezuela una dictadura misionada para revertir el desorden y la injusticia; se valdrá, empero, de la “legitimidad” de una dictadura para ahondarlos hasta el completo desastre, es decir, hasta terminar como Cuba.
     La gente de izquierda, y sobre todo los “enamorados” del modelo cubano, suelen renegar ruidosamente cada vez que se enuncia a Cuba como “dictadura”, acaso porque han henchido con odio “anti-dictador” su inflada proclama de campaña. Pero les guste o no, la gente – en Cuba – no vota. Pretender, entonces, que la isla no es una dictadura es insultar soberanamente la inteligencia del interlocutor. Cuba se adscribiría, entonces, como una tiranía institucionalizada, es decir, un régimen dictatorial de marcado tinte militar. Tan cobarde y acomodaticia ha sido su subscripción al comunismo (“dictadura del proletariado”, nada menos) que jamás ha logrado desvestirse del ropaje que sigue instituyendo a Cuba más como tiranía que como dictadura, de ahí quizás la confusión de sus cándidos seguidores.
     Así como Venezuela es una tiranía “ingenua”, Cuba es una dictadura “cobarde”, en tanto que por un lado reniega de dicha intitulación (no se hace cargo, en fin) y por el otro arbitra métodos y retóricas propios del más desenfadado modelo tiránico. Cuáles son, pues, esos métodos y retóricas, es algo que veremos subyeciendo el siguiente subtítulo.

¿Y por casa cómo andamos?

     Otra cosa que diferencia mucho una dictadura de una tiranía es el discurso, llano en la primera, y efusivo, cáustico y demencial en la segunda. Si nos remitimos al hecho simple y concreto de que una tiranía está comandada por un tirano, naturalmente arribaremos a la idea de que el discurso de este último es rico en resentimiento, odio, tergiversación, cinismo, victimización y vago ensalzamiento. Argentina preocupa, nos guste o no, por los indiscutibles y variados síntomas de tiranía que ilustra a la clase dirigente.
     La más ilustrativa medida de un tirano tipo es la de “legitimar lo ilegitimable”. Como carece de la poca legitimidad del dictador (porque no viene a restaurar ningún orden social o constitucional, ni batir a ningún invasor, ni tiene por planes erradicar el hambre y la corrupción), recurrirá a toda clase de métodos para justificar su “modelo”. Escarbar en el pasado, deformar la historia, santificar villanos y NEGAR LA REALIDAD serán la flema subrepticia que encenderán los motores de la “memoria”, “la justicia histórica”, “la reparación de las víctimas” y la “consolidación del modelo”. En todas y cada una de las consignas tiránicas siempre hay una sucia mentira que sólo persigue burlar el juicio de las masas.
     Es que, precisamente, allí mismo radica la “legitimidad” de una tiranía: en la blanda y maleable consciencia de las masas. Con esta sola razón, podemos concluir que una tiranía tiene por base la “infantilización” del pueblo, la sumisión completa no al Estado sino al gobierno, la doctrina por sobre el deber, el partido antes que la constitución. Así como un niño necesita que le digan cómo tiene que comer, vestirse, bañarse, comportarse en fin, en una tiranía el pueblo se somete cual cándido infante al universo de emocionales directivas que parten de un gobierno falaz e irresponsable que sólo persigue eternizarse en el poder.
     El desprecio a las instituciones (partiendo de la misma familia) no debiera sorprendernos, toda vez que se explica en la perspectiva tiránica de menoscabar todo indicio de cultura civil pertinente a incrementar el grado de infantilización de la masa popular. Un país sin instituciones fuertes es un país sin defensas orgánicas; es un país cuyos habitantes desaprendieron el ejercicio de la responsabilidad social hasta para consigo mismo (no quieren ser mejores, ni sabrían cómo); es un país donde manda uno solo y manda por todos los otros, que, como niños tristes, ven… pasar la vida.

Agradezco encarecidamente al
Dr. Nicolás Márquez por haberme brindado
respaldo técnico al respecto de este artículo.

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La paja en el ojo ajeno...

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Fidel Castro se preguntó si Obama, de paso por Chile, se disculpará "por el apoyo de USA a Pinochet".

Y él, ¿cuándo se ha disculpado por el apoyo manifiesto de su gobierno a las organizaciones terroristas que asolaron a toda América latina y cuyas consecuencias hasta hoy estamos padeciendo?

¡Qué ridículo, por Dios!

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El actual Juez de Garantía N° 4 de Morón, Alfredo Humberto Meade, es uno de los tantos casos de "desaparecidos aparecidos" de la última Dictadura Militar.
 
Consultado por la prensa sobre lo extraño de figurar como desaparecido, no tuvo más remedio que reconocer el fraude afirmando que lo hacía "para homenajear a los caídos".
 
¡Andá, Meade, tomátelas...!

Esta información se puede apreciar en "La mentira de los 30 mil desaparecidos".

Imbéciles, a secas

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¡Ay, Argentina! En todo el mundo civilizado, Chávez es severamente amonestado, cuando no repudiado. ¡En nuestro hermoso país le damos un premio!

Créase o no, la Universidad de Periodismo y Comunicación Social de la ciudad de La Plata, acaba de premiar al presidente venezolano Hugo Chávez en la categoría "Presidentes Latinoamericanos por la Comunicación".

Rara vez he sentido tal repugnancia, no por el Caudillo (a quien, bueno, por educación deberé felicitar), sino por los imbéciles responsables de dicha premiación. Imbéciles, así tal como se lee. Imbéciles, a secas.

¡Vayanse, entonces... para Venezuela, a ver si es tan lindo!

- "Chávez es muy inteligente. Es un tipo brillante. No debemos juzgarlo por las ridiculeces que hace o dice por televisión, ya que es ahí en donde está apuntando a un público de escasa instrucción que lo venera y lo mantiene en el poder" (ver entrevista).

JOSÉ INGENIEROS, desde siempre, para siempre

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Definitivamente, quién vive de sombras, sombra es. Entonces, la siguiente disyuntiva: o somos esta naturaleza "real" y tangible - estrictamente corpórea, terrena -, y cuya acción primera es - pues - la de interrumpir el transcurso de la luz (proyectando sombras); o bien, somos aquello capaz de resistir la erosión del tiempo, trascender nuestra cualidad carnal y, por ende, transigir finalmente incorporados a la proyección de esa luz eterna que, en base al entendimiento humano, brega por la conversión del hombre al SER. Estrictamente, somos lo que perdura, o no somos nada; somos lo que vuelve, o nunca fuimos. Somos lo que vive y alumbra, o simplemente somos... sombras.
     José Ingenieros se adscribe obviamente a la parte mejor valuada de este resumen. Cada noche que, quizás en busca de un consuelo, acudes a sus páginas magistrales, ten presente que el mismísimo José Ingenieros resurge vigoroso dentro tuyo como un amanecer prematuro disipando desde el fondo de tu corazón las cobardes sombras de la noche. Haber vivido... es haber dejado algo; es, en rigor, no haberse ido nunca.
     El rigor periodístico me insta a consignar, al menos, los datos más elementales de José Ingenieros; por ejemplo nacimiento, muerte, obras, etc. Sin embargo, a veces, el periodismo peca de "rigurosidad detallista" en tanto que éstas sólo comulgan con un ánimo fríamente biográfico. Las biografías, muchas veces, cumplen la función de retener con clavos y martillazos aquello que ha sido incapaz de enraizarse por medios propios. José Ingenieros, pues, no necesita biografías. Será labor del curioso y del inteligente (que requieran tales menesteres por cuestiones singulares) emprender por otro lado (que sobran) la empresa biográfica de nuestro ilustrado.
     Nosotros, hoy, vamos a traer la luz del autor de "El hombre mediocre" con un listado que resuma sus frases más audaces e infalibles, terror de los tibios en la mayoría de los casos. Ojalá sirva para que en muchos reverdezca la esencia que dejaran sus lecturas, para que otros se entusiasmen en conocerlas y para que todos nos sirvamos de su palabra toda vez que el denso agitar de las mismas sombras de siempre amenace amordazarnos con hilachas de mediocridad.

Frases célebres de JOSÉ INGENIEROS

- A los hombres fuertes les pasa lo que a los barriletes; se elevan cuando es mayor el viento que se opone a su ascenso.
 
- Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también a no ofender. Sería más eficiente.

- Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van.

- Cuando las miserias morales asolan a un país, culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella sin trabajar para ella.

- El ambicioso quiere ascender, hasta donde sus propias alas puedan levantarlo; el vanidoso cree encontrarse ya en las supremas cumbres codiciadas por los demás.

- Juventud sin rebeldia es servidumbre precoz.

- La verdad es la más temida de las fuerzas revolucionarias.

- Si te arrastras como gusano, no te quejes si te pisan.

- Sobresalir es incomodar; las medianías se creen insuperables y no se resignan a celebrar el mérito de quien las desengaña. Admirar a otros es un suplicio para los que en vano desean ser admirados. Toda personalidad eminente mortifica la vanidad de sus contemporáneos y los inclina a la venganza.

- La mayor satisfacción del hombre excelente está en provocar la envidia, estimulándola con los propios méritos, acosándola cada día con mayores virtudes, para tener la dicha de escuchar sus plegarias. No ser envidiado es una garantía inequívoca de mediocridad.

- La cultura es el fruto de la curiosidad, de esa inquietud misteriosa que invita a mirar el fondo de todos los abismos. El ignorante no es curioso; nunca interroga a la naturaleza.

- Los mediocres viven en el anhelo de castrar a los caracteres firmes y decapitar a los pensadores alados, no perdonándoles el lujo de ser viriles o tener cerebro.

- El que aspirar a parecer renuncia a ser.

- Sin coraje no hay honor.

- La envidia es una defensa de las sombras contra los hombres.

- Siendo la envidia un culto involuntario del mérito, los envidiosos son, a pesar suyo, sus naturales sacerdotes.

- El ideal es un gesto del espíritu hacia alguna perfección.


Entrevista a Agustín Laje Arrigoni

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¡¡¡ADIOS A LAS MENTIRAS SETENTISTAS!!!

AGUSTÍN LAJE ARRIGONI no supo conformarse con leer y estudiar la historia de los manuales escolares; más bien prefirió indagar al respecto y escribir su propia versión de lo ocurrido. De ningún modo pretende un relato inexorable de verdades absolutas, más bien ambiciona celosamente acercarse lo máximo posible a la verdad de los hechos concretos, sin dejarse seducir por mitos absurdos o tergiversaciones alucinógenas. Ya en otro artículo de "PERIODISMO... para periodistas" ("Jóvenes idealistas y Mitos setentistas") tuvimos ocasión de ilustrar al respecto de las inquietudes que dan origen al desenvolvimiento de este joven escritor e investigador cordobés de sólo 22 años.
     "Los mitos setentistas - Mentiras fundamentales sobre la década de los 70" constituye una joya invalorable para todo aquel que se haya cansado de tanto cuento chino y de tanta historia contada a medias. Es un hecho, pues, que los más repetidos argumentos setentistas no resisten ni el más mínimo poder de análisis, y sucumben al vacío y la vergüenza cual soplido que derriba un castillo de naipes.
      Mientras que la mayoría de los escritores e historiadores actuales pierden su tiempo en alquimias humanísticas (verdaderos insultos para la inteligencia humana), y cometen -entre tantos ejemplos- la repetida torpeza de negar que en los 70 hubo una guerra, en tanto que los mismos "idealistas" de aquel entonces eligieron llamar a sus grupos armados nada más y nada menos que como "ejércitos", Agustín Laje Arrigoni simplemente se retrotrae a lo concreto y documentado de los hechos para, en fin, ofrecer un detalle exhaustivo y fehaciente de la parte más discutida de nuestra historia más próxima. Mientras que el egoísmo y los espurios intereses de siempre se esfuerzan porque la sociedad digiera el absurdo y la mentira como al agua misma, el trabajo de Agustín se consgina a modo de inteligente medicina para esta insulsa época de rara indigestión de ideologías.
     La entrevista que nos concedió ambiciona, pues, instituirse no como otra cosa que como un documento inefable al respecto de los ásperos días que tocó vivir a la Argentina en los años 70. Les aseguro que no hay un solo segundo de desperdicio. Si, no obstante, después de esta charla quedan dudas, por supuesto que no será nada que no podamos responder en futuras ediciones; si, por contrario, quien escuchare con atención las palabras de Agustín sigue ensimismado en las mismas teorías de siempre, está más que claro que lo mismo ocurre no porque no pueda entender sino porque no "quiera" hacerlo. Para ellos, entonces, tan sólo una respuesta: Agustín Laje Arrigoni también es un idealista. Un idealista que trabaja, que estudia, que escribe y que también tiene sueños. Pero en vez de armas y atentados, secuestros, torturas y adiestramientos militares en Cuba, Agustín -con su corta edad- prefiere la luz de la legalidad para su días como asimismo el lente insobornable de la investigación para todas y cada una de sus creencias y afirmaciones.

     De más está decir que disfrutarán de la entrevista.

República "militar" de Venezuela

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El presidente Chávez no sólo que armó a las milicias urbanas (que defienden al gobierno y no al Estado) sino que además les va a impartir instrucción militar. Amigos, yo les voy a ser sincero: a Chávez, lo felicito. Giles somos nosotros, que ni siquiera tenemos Servicio Militar Obligatorio (como en todos los países serios del mundo).

En nuestro país el Ejército sólo está "para actuar ante una amenaza externa" (por eso mismo impidió las voladuras a la Embajada de Israel y a la AMIA, e incluso también capturó a sus responsables). La misma gentuza (gente despreciable, según la RAE) que se calla la boca ante los desvaríos de Chávez y que también los aplaude o los aprueba con el corazón, salta como leche hervida cada vez que sale el tema de usar nuestras FF.AA. para combatir la inseguridad.

¡Ni a la Policía Federal la quieren dejar trabajar tranquila!

Dios Mío... libranos algún día de tanta ignominia... y de tanta gente inmunda. ¡Esto va camino a convertirse en una "república militar" como Venezuela!


Querido Pino Solanas...

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Qué lástima que una persona tan buena y tan bienintencionada como Pino Solanas sea un político tan retrógrado y tan víctima de sus propias taras "izquierdistas". Evidentemente recibió una educación basada en el desencanto y la antimasculina costumbre del reproche; tiene una mentalidad de perdedor que avergüenza al género humano. Es, pues, un digno representante de la izquierda.

Pino Solanas fundamenta su campaña política en la ya inservible disyuntiva de "izquierda-derecha", como si acaso el destino de Argentina dependiera de un simple desvarío retórico. ¿No se da cuenta el bueno de Pino que, en rigor, él solo constituye lo mejor que le pudo haber pasado a la mentada "derecha" que tanto demoniza? ¿Acaso ni sospecha que cuanto más "tira" hacia la izquierda más fortalece al supuesto fantasma de la derecha? ¿Existe, acaso, algún izquierdista que lo sea por "propia naturaleza" y no en función de las recriminaciones endilgadas a la derecha? 

¡Izquierdistas... menos mal que existe la derecha! Si no, ¿qué harían? ¿De qué hablarían? ¿Contra qué pelearían?

¡Hombre grande... che! Falta que algún día nos enteremos que todavía moja la cama.

Lo aprecio mucho a Pino, sé que ama a mi país de la misma forma que yo. Sus reclamos, en ocasiones, suelen ser genuinos... pero vive dentro de una burbuja infecciosa a diez millones de años luz de la Tierra. Me trae a colación el viejo decir de "los fantasmas no existen, pero que los hay, los hay...". Y sí, los hay, bien dentro de la cabeza de Pino.

Mis afirmaciones se pueden entender en profundidad en "El mundo ideal de los mitómanos".

Institucional de "PERIODISMO... para periodistas"

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IVÁN FERREYRA ES un orgulloso habitante de Cañada del Ucle, un bonito pueblo del sur santafesino. Tanto quiere a su pueblo que para el centenario del mismo le compuso la hermosa canción que más abajo subscribe este artículo.
     Y resulta que tanto, pero tanto me gusta esa canción (la cual la escucho recurrentemente, reiteradas veces cuando sucede) que, para darme un gusto personal, me di a la tarea de consignarlo para la realización de un institucional del blog (el primero) como así mismo para ilustrar mi propia ciudad, Rosario (con el permiso que seguramente no me negará el buen cañadense).
     Seguramente la música de Iván a más de uno ha de gustar (¡tiene algo de country!), por lo que no está de más sugerir la bienintencionada difusión del siguiente video.
     ¡Muchas gracias! ¡Y muchas gracias por la BUENA música!


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