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Los "cazabobos" de la Presidente

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Presidente Cristina Fernández de Kirchner

La presidente Fernández sabe bien de qué habla cuando habla de “noticias cazabobos”. En efecto, así resumió todo el revuelo que se originó a raíz de que el ministro de Justicia, Julio Alak, haya festejado Año Nuevo “con un asado” en el edificio en que funcionara la mentada Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Mientras que airadas voces se erigieron desde distintos sectores exigiendo explicaciones e incluso la renuncia del ministro en cuestión, muy suelta de cuerpo la Jefa de Estado salió a “bancarlo” desde su cuenta en Twitter.

“Es la vida que por fin alcanza un lugar donde reinaron la muerte, el dolor, la tragedia y también las miserias humanas”, subscribió (ciertamente redundante) en la red social – la segunda más usada en el mundo después de Facebook –, para rematar seguidamente: “En la ex ESMA se han hecho y se seguirán haciendo asados…”. Un millón y medio de seguidores tiene la presidente en su cuenta en Twitter, mientras que esta última publicación consta de casi 800 retweets (personas que han compartido en sus mismas cuentas el mencionado comentario).

Nadie peca de histeria o exageración al momento de indignarse porque en el simbólico edificio se haya realizado semejante evento (equivalente a bailar murga en medio de un velatorio), pero sí predomina mucha ingenuidad en buena parte de quienes aún creen que la ex ESMA representa lo que el kirchnerismo quiere que represente más allá de lo que por sí misma significa. Para sorpresa de muchos el detalle es más escabroso aún que la misma versión oficialista.

Mientras que la lente sádica y perniciosa del kirchnerismo concibe a la ESMA como a un símbolo de la represión ilegal ocurrida durante la última Dictadura Militar argentina (incurriendo así en una capciosa generalización que omite más detalles de los que cuenta), lo cierto es que a cargo de la institución estuvo nada menos que el entonces Almirante Eduardo Massera (en representación de la Armada argentina durante el período en cuestión), figura sobre quien debiera recaer principalmente la responsabilidad de los crímenes denunciados.

En su libro “Montoneros, soldados de Massera”, el doctor Carlos A. Manfroni redunda con lujo de detalles al respecto del tan enfermizo como despiadado accionar del jefe de la Armada, con la sobresaliente curiosidad – tal cual lo enuncia el título – de que desde un principio estuvo sistemáticamente asociado con la cúpula de la facción terrorista que pugnaba por la toma del poder desde antes del Golpe Militar. En una entrevista que me concediera Manfroni, me aseguró que Massera “aspiraba a ser el próximo Perón”, y que por ello jugaba a dos puntas. “Massera quería tomar el poder y asesinar a todo el equipo económico del General Videla”, cosa que era del singular interés de Montoneros.

“Los mismos montoneros que en los setenta oficiaron conjuntamente con la ESMA, luego declararon contra ella… Otros, son recordados como víctimas, figuran en el Muro de la Memoria y sus familias han recibido indemnizaciones”. De esta suerte que la generalización que impone el kirchnerismo lejos de apercibir los crímenes allí ocurridos en favor de la "sagrada" causa de los Derechos Humanos, más bien amplía el manto de impunidad en torno a la ESMA. No es noticia la declamada simpatía del gobierno para con facciones filo-montoneras, como asimismo que infinidad de sus actuales integrantes formaron filas en un pasado dentro de organizaciones terroristas que secuestraron, torturaron y asesinaron personas en igual magnitud a los crímenes que hoy denuncian.

En rigor, la presidente Fernández, como ex activista montonera de poca monta, sabe bien de qué habla cuando dice “noticias cazabobos”, y precisamente porque ella es una “maestra” en el arte de mentir hasta que parezca verdad con noticias por el estilo. Mientras que muchos cuestionadores del gobierno se aprestan, sin embargo, a reconocer “lo hecho por este gobierno en materia de Derechos Humanos”, en realidad no hacen más que tragarse una larga tracalada de “noticias cazabobos” sistemáticamente diseñadas por el kirchnerismo con el fin de santificar e indultar una parte (los terroristas) y demonizar y condenar a la otra (los militares).

Válido es, de todas maneras, que la ciudadanía se indigne de que en un lugar que merece ser recordado y frecuentado con el máximo respeto (allí se asesinó gente, nada menos), el ministro de Justicia haya “festejado con un asado” la llegada del nuevo año. Más indignante es aún que la presidente, enajenada ya en su borrachera autoritaria, lejos de sancionar a Alak reivindique la barrabasada del mismo y que incluso amenace con que en el lugar donde cientos de almas se apagaron seguirán festejándose boludeces.

Sin embargo, no seamos injustos en un aspecto: una persona, como la presidente y todo su séquito de imbéciles aplaudidores, que avala y reivindica el terrorismo de las organizaciones guerrilleras de los años 70, no está en condiciones morales de entender – bajo ningún punto de vista – la indignación que es capaz de provocar el hecho de que se haga una fiesta donde muchos de ellos mismos participaron directa o indirectamente en calidad de verdugos. De ahí la "inexplicable" reacción favorable de Cristina para el ministro Alak. Para ellos, el horror y la alegría son un mismo bálsamo. Para ellos, el cinismo es norte, meca, fuente de inspiración.

Fuente: Entrevista a Manfroni, autor de "Montoneros, soldados de Massera".

Rafael Correa, ¿el próximo líder continental?

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El CUENTERO DE CARONDELETNicolás Márquez principia con desamor: “Rafael Correa es muy superior a cualquiera de sus pares latinoamericanos del socialismo del siglo XXI, motivo por el cual ya tendría allanado el camino a convertirse en el próximo “líder continental”, si consideramos los respectivos ocasos de Castro en Cuba y Chávez en Venezuela. Por propia inteligencia, por su preparación académica y hasta por ostentar un discurso mejor, el hombre de Carondelet (sede de gobierno quiteña) corre con bastante viento a favor la carrera estatista y autoritaria de gran parte de los gobiernos actuales.

Márquez, autor y periodista marplatense (Argentina), completa su “trilogía de antihéroes” americanos con su última biografía sobre Rafael Correa: “EL CUENTERO DE CARONDELET”. Como nos tiene acostumbrados, el también director de “La Prensa Polular”, nos ofrece un detalle alternativo sobre el presidente ecuatoriano. “El libro conserva el rigor combativo de siempre, pero esta vez yo realizo más bien el papel de entrevistador que de ‘opinador’. La publicación destaca por consignar mayormente fuentes propias, las que se encargan de tornar inofensivo cuanto pueda yo decir”.

¿No son una suerte las singulares características que mencionás en Correa en contraste con sus pares latinoamericanos?, le pregunto, ciertamente sorprendido por las “elogiosas” ponderaciones que tiene, en un principio, para con el ecuatoriano. Pero es entonces que Márquez saca a relucir aquel pragmatismo a prueba de balas que hizo de su nombre una marca registrada: “Correa es un líder negativo, como Hitler, como Stalin, como Castro. La inteligencia es una herramienta que la podés utilizar para curar el cáncer o para hacer la bomba atómica”. Según Márquez, Correa está alineado dentro del “socialismo del siglo XXI”, al que eventualmente define como a “un club de dictadores que se premian entre sí”. Se trata de “un sistema político colectivista con un sesgo muy autoritario, con proliferación de propagandas y gran culto a la personalidad”. Acaso la misma entelequia enfermiza que en los setenta pretendió imponerse a través de las armas, ahora de hecho lo está consiguiendo pero gracias al sufragio, al clientelismo, el asedio a los periodistas, etc. “Ecuador es un país donde el 25 % del electorado depende del Estado”, señala Márquez por un lado, mientras que por otro fustiga con que “la prensa libre es perseguida peor que en Argentina”.

“Ojalá mi libro sirva para que los ecuatorianos sepan que si les ha ido relativamente bien es muy a pesar de Correa. Si el precio del petróleo llegara a caer, Correa no dura dos días. “EL CUENTERO DE CARONDELET” nos ofrece un vistazo profundo y sagaz no sólo sobre la vida de Rafael Correa sino también sobre la problemática social en la que se halla inmerso el Ecuador, por caso reflejo de otras naciones que van camino a convertirse en sendas dictaduras autoritarias. Una lectura infaltable para todo el que desee conocer los entremeces de una vida, la de Correa, signada por el resentimiento y el autoritarismo; una entrevista – la que sigue – necesaria al momento de estar al tanto de la complicada actualidad latinoamericana.

 

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