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La excusa perfecta de Binner

EL GOBERNADOR DE Santa Fe, Hermes Binner, ha condicionado a Ricardo Alfonsín a que eligiera entre él o De Narváez para un futuro acuerdo electoral, poniendo de esta manera en grave riesgo una alianza entre la UCR y el Socialismo de cara a las futuras elecciones nacionales. Una sola explicación por parte del santafesino: “hay sumas que restan”.
     Llama la atención que un "paladín de la democracia", como es el señor Binner en su carácter de referente socialista, anteponga una mera cuestión personal o partidista a lo que de hecho vendría a significar un entendimiento potencialmente provechoso para millones de argentinos.
     En realidad, lo que debiera hacer el santafesino es blanquear las razones intrínsecas que hacen a su negativa de formar parte de un mismo frente con el colombiano. No es difícil darse cuenta que De Nárvaez le viene al dedillo a Binner para contar con una excusa "romántica" que le permita evitar el íntimo "bochorno" de verse "secundando" a Alfonsín. Desde ya que un referente de su talla ha de sentirse más que autorizado para que la fórmula sea "Binner-Alfonsín" y no "Alfonsín-Binner". Por cierto que al líder radical podríamos reprocharle la discreta prepotencia con que se adscribió a la cabeza sin jamás haber ofrecido la oportunidad sincera de "secundar" al socialista. En fin, una forma mucho más elegante de mostrar la hilacha tal cual lo hicieron Duhalde y Saá en el Peronismo Federal.

     Podríamos decir que Hermes Binner no es un mandatario que se haya granjeado un diez en su gestión (cosa honestamente difícil luego de toda una saga de gobiernos peronistas en la provincia de Santa Fe); pero quiérase o no, es un tipo inteligente, y que además – en consecuencia – aspira a lo grande. El gobernador Binner es un hombre de izquierda que ha tenido muy buena cintura para no espantar el mundillo empresarial de la provincia, tanto así que irónicamente suele tildársele de haber fomentado un “socialismo de derecha”. Como toda gestión socialista, sus logros no se resumen tanto en hechos como en trabajar inteligentemente la psicología de las masas. Con el asunto del Puerto de la Música (una obra faraónica por hacerse al estilo de la Ópera de Sidney) ha emprendido una lucha titánica que si no la gana, tampoco la pierde, ya que mientras que por un lado rechaza debatir sobre ciertas irregularidades que denuncia la oposición, por el otro responsabiliza al Estado Nacional de evitar el comienzo de la construcción. Mientras tanto, la misma indolencia de siempre en infinidad de pueblos de la provincia que aún carecen de rutas decentes, agua potable, red cloacal y gas natural (reproche que deberá compartir con las gestiones que le antecedieron, por supuesto). En materia de inseguridad (Rosario está invivible, Santa Fe Capital tiene peor estadística de homicidios que cualquier otra ciudad argentina, y la delincuencia armada ya forma parte del paisaje de los pueblos) seré conciso e ilustrativo: Binner es socialista.
     Así y todo, aspira a lo grande. Quiere ser presidente. Ya ha batido el record de ser el primer gobernador socialista del país. Encima, por si le faltaba aliento, en las últimas elecciones santafesinas, “SU” candidato, Bonfatti, venció holgadamente no sólo a Giustiniani (su rival dentro del socialismo), sino que sacó muchos más votos que cualquiera de sus contendientes. ¿Qué quieren, pues? ¿Que un tipo así sea “secundón” de un tal Ricardo cuyo único mérito electoral consistió en mirar por televisión cómo sus rivales tiraban sus candidaturas por la ventana? Por otra parte, Binner acaso quedó muy alerta al respecto de lo que fue el fracaso galopante de la Alianza años atrás, cuyos principales referentes bien han hecho en desaparecer de la geografía política argentina (aunque algunos se hayan mimetizado). Sabe bien el santafesino de la enorme responsabilidad partidaria que él sólo encarna: si el día de mañana él se tiene que esconder debajo de la cama o irse en helicóptero, con él desaparece el bastión más serio de la izquierda de este país.
     Binner, pues, no quiere hacer papelones (no, al menos, aquellos imposibles de disimular). Les aseguro que el gobernador de Santa Fe está más que agradecido del noviazgo entre Alfonsín y De Narváez: le da la excusa perfecta para plantarle un NO categórico al desesperado y humillante pedido del radical porque complete su fórmula de cara a las próximas elecciones. Sus votantes seguirán honrando al hombre de izquierda que no se alía con “la derecha” y posiblemente haya una lista por otro lado en la que encabece una opción propia para el electorado argentino, como bien se lo tiene merecido.
     Y mientras tanto, millones de argentinos seguiremos escuchando la perorata de la tolerancia, el compañerismo y el trabajo en grupo, la importancia de los intereses nacionales por sobre las cuestiones personales y partidistas. Gracias a Binner, entonces, la derecha seguirá siendo un demonio execrable para muchos, y para otros muchos la izquierda (por más “derechosa” que parezca) es izquierda en fin y lo único que pretende es retrasar el estilo de vida humano a algo más o menos parecido a vivir en la Luna.
     Ojalá que alguien le de un toc-toc en la cabeza a Binner y le haga aceptar la propuesta de Alfonsín. Hacen falta opciones serias, comprometidas... y bueno: sacrificadas. Lo que importa no es que ganen las elecciones; lo verdaderamente lamentable es el mensaje DELEZNABLE que le están dando a millones de argentinos, aún sin estar al frente del país. Ojalá algún día vivamos en un país cuyos dirigentes se dejen de patrañas de derecha y de izquierda y se dediquen a hacer lo que más está haciendo falta: gobernar.


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