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JOSÉ INGENIEROS, desde siempre, para siempre

Definitivamente, quién vive de sombras, sombra es. Entonces, la siguiente disyuntiva: o somos esta naturaleza "real" y tangible - estrictamente corpórea, terrena -, y cuya acción primera es - pues - la de interrumpir el transcurso de la luz (proyectando sombras); o bien, somos aquello capaz de resistir la erosión del tiempo, trascender nuestra cualidad carnal y, por ende, transigir finalmente incorporados a la proyección de esa luz eterna que, en base al entendimiento humano, brega por la conversión del hombre al SER. Estrictamente, somos lo que perdura, o no somos nada; somos lo que vuelve, o nunca fuimos. Somos lo que vive y alumbra, o simplemente somos... sombras.
     José Ingenieros se adscribe obviamente a la parte mejor valuada de este resumen. Cada noche que, quizás en busca de un consuelo, acudes a sus páginas magistrales, ten presente que el mismísimo José Ingenieros resurge vigoroso dentro tuyo como un amanecer prematuro disipando desde el fondo de tu corazón las cobardes sombras de la noche. Haber vivido... es haber dejado algo; es, en rigor, no haberse ido nunca.
     El rigor periodístico me insta a consignar, al menos, los datos más elementales de José Ingenieros; por ejemplo nacimiento, muerte, obras, etc. Sin embargo, a veces, el periodismo peca de "rigurosidad detallista" en tanto que éstas sólo comulgan con un ánimo fríamente biográfico. Las biografías, muchas veces, cumplen la función de retener con clavos y martillazos aquello que ha sido incapaz de enraizarse por medios propios. José Ingenieros, pues, no necesita biografías. Será labor del curioso y del inteligente (que requieran tales menesteres por cuestiones singulares) emprender por otro lado (que sobran) la empresa biográfica de nuestro ilustrado.
     Nosotros, hoy, vamos a traer la luz del autor de "El hombre mediocre" con un listado que resuma sus frases más audaces e infalibles, terror de los tibios en la mayoría de los casos. Ojalá sirva para que en muchos reverdezca la esencia que dejaran sus lecturas, para que otros se entusiasmen en conocerlas y para que todos nos sirvamos de su palabra toda vez que el denso agitar de las mismas sombras de siempre amenace amordazarnos con hilachas de mediocridad.

Frases célebres de JOSÉ INGENIEROS

- A los hombres fuertes les pasa lo que a los barriletes; se elevan cuando es mayor el viento que se opone a su ascenso.
 
- Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también a no ofender. Sería más eficiente.

- Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van.

- Cuando las miserias morales asolan a un país, culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella sin trabajar para ella.

- El ambicioso quiere ascender, hasta donde sus propias alas puedan levantarlo; el vanidoso cree encontrarse ya en las supremas cumbres codiciadas por los demás.

- Juventud sin rebeldia es servidumbre precoz.

- La verdad es la más temida de las fuerzas revolucionarias.

- Si te arrastras como gusano, no te quejes si te pisan.

- Sobresalir es incomodar; las medianías se creen insuperables y no se resignan a celebrar el mérito de quien las desengaña. Admirar a otros es un suplicio para los que en vano desean ser admirados. Toda personalidad eminente mortifica la vanidad de sus contemporáneos y los inclina a la venganza.

- La mayor satisfacción del hombre excelente está en provocar la envidia, estimulándola con los propios méritos, acosándola cada día con mayores virtudes, para tener la dicha de escuchar sus plegarias. No ser envidiado es una garantía inequívoca de mediocridad.

- La cultura es el fruto de la curiosidad, de esa inquietud misteriosa que invita a mirar el fondo de todos los abismos. El ignorante no es curioso; nunca interroga a la naturaleza.

- Los mediocres viven en el anhelo de castrar a los caracteres firmes y decapitar a los pensadores alados, no perdonándoles el lujo de ser viriles o tener cerebro.

- El que aspirar a parecer renuncia a ser.

- Sin coraje no hay honor.

- La envidia es una defensa de las sombras contra los hombres.

- Siendo la envidia un culto involuntario del mérito, los envidiosos son, a pesar suyo, sus naturales sacerdotes.

- El ideal es un gesto del espíritu hacia alguna perfección.


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