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Esto es lo que NO debe hacerse (so pena de prisión)


No es que en todo este tiempo "La Capital" nos haya ofrecido alguna señal de haber mejorado su performance periodística o gráfica; sucede que por temor a ser repetitivo se decidió por no seguir insistiendo con los mismos detalles de siempre (todo aquel que navegue en este blog podrá ver la infinita lista de artículos referidos al periódico en cuestión).

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     Pero los muchachos de "La Capital" parecen abocados a la increíble manía de sorprendernos a toda costa. Y evidentemente tienen éxito: la forma en que la noticia está presentada o titulada (y no transijo con ningún vicio de indulgencia), NO TIENE PERDÓN DE DIOS. Cuando yo era adolescente, y vivía en el pueblo, el diario "La Capital" me movía a un soberano sentimiento de orgullo; en mi calidad de rosarino (sólo de nacimiento), no podía menos que sentir de ese modo en tanto que dicho periódico traía las noticias de mi remota ciudad natal. Hoy, que vivo en Rosario y que ya soy tan rosarino como si hubiera vivido aquí toda la vida, para mí, el diario "La Capital" (y lo digo muy a mi pesar) es motivo de sincera vergüenza. Soy estudiante de Periodismo, y en mi cabeza tengo el mismo desastre emocional que todo joven argentino, pero algo tengo en claro: ese periodismo que instituye los esfuerzos editoriales del "Decano de la Prensa Argentina" NO ES DE MI COMPETENCIA EN ABSOLUTO. Así no.
     La noticia en cuestión es lo que menos figura en el título. La noticia en sí refiere sobre un hecho puntual lo suficientemente aberrante como para ser digno de figurar en la sección "policiales". En pocas palabras, se trata de un indudable caso de abuso sexual nada menos que hacia un niño de catorce años. Estupro, técnicamente hablando; agravado por el no poco relevante dato de que lo mismo se haya dado dentro instancias educativas. La noticia, entonces, es horrorosa, indignante, repulsiva.
     Pero por más espectacular que sea, "La Capital" la presenta como si se tratara de un hecho poco más que festivo, simpático, anecdótico. El título mismo (no quiero cometer la indecencia de reproducirlo con mis dedos), al igual que aquella fotografía que bien encajaría en la tapa de una manual de primer grado, desfiguran la naturaleza lamentable del hecho y a este mismo lo tergirversan de manera tal que lo instituye como a algo que merece la simpatía y hasta la admiración del lector. Yo me pregunto si existe la persona que, luego de leer dos veces el título en cuestión, no siente sus entrañas repentinamente habitadas por sapos, arañas, serpientes y toda criatura estremecedora que mueva a vómitos y vómitos.
    Sería muy desesperado de mi parte sugerirle a la imaginación del lector que se atreva a graficar los momentos puntuales en que dicho adulto comete estupro, pero sí le voy a pedir al  mismo lector que tenga al menos la poca de urbanidad para sentir por un segundo en su corazón el grado de confusión, desolación y sometimiento que por largo tiempo perturbarán la vida del niño de catorce años. Toda persona que al menos crea que Jesucristo existió no necesita más detalles para desaprobar con toda la fuerza de la razón el desempeño 'periodístico' de "La Capital", acaso publicitando con vivos colores un rotundo caso de PROSTITUCIÓN INFANTIL.
     Por tanto, no tengo ni la menor duda de que los responsables de dicha línea editorial tendrían que comparecer en lo inmediato ante la Justicia, cuyo dictamen debiera hacerse sentir de forma tan rotunda como ejemplar. De la forma vergonzosa en que la noticia está presentada, "La Capital" es igual y peor de culpable que el adulto al que refiere el artículo.
     Todo lo dicho, ha sido pronunciado con gran dolor en mi corazón. Desde aquí, todo mi respeto hacia aquellos que han sufrido las mismas cosas que usa nuestra prensa para levantar un espectáculo.

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