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¿Cómo interpretar el paso atrás del gobierno al respecto de Vargas Llosa?

ESCUCHARLOS, DA VERGÜENZA. Nadie le pide al Director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, que se muestre arrepentido tras haber firmado la misiva en que un grupo de intelectuales afines al kirchnerismo rechazó la presencia del Premio Nobel de Literatura en la próxima Feria del Libro. Pero de ahí a que se ratifique en sus posturas – disparatadamente arbitrarias e injuriosas – hay un trecho. Encima (por si dudáramos de que nos creyera tontos) acude a la estúpida mistificación de siempre: “Mario Vargas Llosa utiliza términos al respecto de nuestro país que en el ‘diccionario mundial de la derecha’ son descalificativos para países como el nuestro”. ¡Quiero ese ‘diccionario’ ya!  Que lo diga nada menos que la cabeza de semejante entidad cultural, es preocupante.
     Pero no todo es viento en contra. El hecho de que la Presidente Cristina Fernández pidiera retirar la carta que objetaba la presencia de Mario Vargas Llosa en la Feria del Libro, es un dato que, como argentinos, debe resultarnos más que halagüeño. Por más que lo quisieran, este gobierno o, bien, muchos de los que lo componen, no pueden aún disfrazar u obturar una evidencia bien eminente: somos un país democrático, en donde todavía sus habitantes tienen una noción sincera de lo que significa lo mismo. Cómo será esto de cierto que la máxima Mandataria debió nuevamente transigir en el ridículo – esta vez no por mérito propio sino de sus incondicionales – a fin de que no sea aún mayor el descrédito político que le significó la reluctancia de su partido al respecto del astro peruano. Si pudieran prohibirle el ingreso al país, no les temblaría el pulso; pero tienen enfrente la opinión de todo un pueblo democrático que no aprobaría semejante ultraje. Fíjense que para toda cosa que hacen mal hay todo un “diccionario mundial” de explicaciones populistas con tal de no dar un paso atrás; no lo dieron ni con el resonante caso de Antonini Wilson, por citar el más vergonzoso. Pero esta vez, en rigor… tuvieron que bajar la cabeza y, al menos en la acción, asumir que se equivocaron.
     ¿Cómo queda parada la Presidente? Obviamente que mal. Es tonto o ingenuo el que vea en su decisión de rechazar la petición de negar el cupo a Vargas Llosa un rasgo democrático o civilizado; más bien podríamos decir que aunque esto fuera cierto se trataría, pues, de un gesto insuficiente o, más preciso, obligado. Es que, justamente, ante esta circunstancia tan elemental del transcurrir democrático, el propio semblante del pueblo argentino fue el que obligó al Gobierno a obrar en consecuencia. No fue una decisión de Cristina; fue una decisión nuestra que ejecutó nuestra Jefa Máxima. ¡Dios… viva la vida! ¡Es el ejemplo más claro de lo que verdaderamente significa una DEMOCRACIA!
     La Presidente, entonces, queda mal parada, pero sabe que podría quedar peor no censurando las histerias de sus recalcitrantes adeptos. Si verdaderamente pensara que somos tontos, no se habría molestado en correr el riesgo político de echarse para atrás. Si, dado el caso, Cristina quisiera convertir en “gesto democrático” aquello que hizo por “rigor democrático” debiera naturalmente abocarse a la tarea de garantizar el normal transcurso de la Feria del Libro, es decir, sin incidentes y sin estúpidas diatribas. Sería, por otro lado, una forma interesante de retrucarle al peruano el mote de “galimatías” que instó para ilustrar nuestro país.
     Pero hay algo más que debiera hacer Cristina para afirmar ese gesto. Considerando que se tomó fotos con Shakira y Madona, debiera hacer lo propio en el grado y las formas pertinentes nada menos que con el último Premio Nobel de Literatura. Por favor, sería una gran vergüenza que Vargas Llosa visite nuestro país y no obtenga la bienvenida oficial tal cual lo merece su continente. Un par de años atrás, con motivo de formar parte en Rosario de un evento que organizara la Fundación Libertad (fui testigo ocular), corrió riesgo la integridad física del escritor a causa de una incivil manifestación de vagos y demás militantes que apedreó el colectivo que lo trasladaba por el centro de la ciudad, y que se mantuvieron en pie de guerra a una cuadra del Hotel “Ros Tower” en que se albergaban Vargas Llosa, Aznar, Marcos Aguinis, etc. El Gobierno debiera instruir todos sus mecanismos para que este precedente no sea más que solamente eso.
     Ya sé que pido mucho. Políticamente, quizás sea imposible que Vargas Llosa sea recibido en la Casa Rosada y aplaudido por todos nuestros representantes. Pero también yo soy tonto e ingenuo. Y bueno… a veces… los argentinos, me despiertan algunas hermosas corazonadas. Al menos lo elemental persiste incólume: somos un país democrático. Ya lo sabemos; lo tenemos bien en claro, y nuestros gobernantes también lo saben. Algunas veces, no nos pueden avasallar, como ocurre en otros países. No comemos vidrio. Está bien que institucionalmente quizás nos falte un poquito para llegar a Chile o Uruguay, pero quedémonos tranquilos: tampoco somos Cuba o Venezuela.


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